Esta semana nos han dado pelotas de pádel, pero no para jugar sino para reducir el ruido del aula.
Como buenos exploradores, estamos concienciados con la contaminación ambiental y con la contaminación acústica, con esta idea hemos solucionada dos problemas de un pelotazo.
Le hemos dado una nueva vida a viejas pelotas de pádel y las hemos reutilizado colocándolas en las patas de las sillas, que ahora no son sonoras y encima son bien molonas.
¡Es imposible hacer ruido!
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